Por: Dr. Virgilio M. Malagón Álvarez, PhD,
virgiliomalagonalvarez@gmail.com
Para «El Mundo de los Negocios» y demás Multimedios
de The Ballester Business & Media Group, Inc.
Estimado Lector, después de un breve descanso en estos menesteres, vuelvo a tratar de orientaros sobre temas de interés social y económico.
Mi breve hiatos, se debió a que percibí una saturación mediática de temas ligados a la corrupción, el Statu quo nacional y por supuesto a la impronta presidencial. De hecho, he notado cierta intolerancia al debate y una inclinación muy perniciosa hacia la crítica mordaz e irreverente en lo concerniente al devenir de eventos nacionales que abarcan la salud, educación, energía y otros temas afines.
Como mi convicción profesional es la orientación al amigo Lector, me abstuve de escribir por una semana, buscando un fulcrum conceptual para poder desarrollar un tema que no refleje esta ¨ola¨ de aconteceres ya citados.
Entrando en materia, hemos visto que desde el inicio de la ¨pandemia¨ las autoridades monetarias han inyectado unos RD$300,000 millones de pesos al economía nacional conjuntamente con algunas flexibilizaciones en la aplicación de las medidas prudenciales bancarias.
Obviamente que estas medidas ayudaron grandemente a sostener, residentemente, a nuestra economía, pero al mismo tiempo, impulsó loa niveles de demanda de bienes y servicios. Ahora bien, este aumento se vio amurallado por una reducción en la oferta de estos bienes y servicios por el caos en el transporte marítimo y aéreo mundial. Sin embargo, el efecto del ¨recalentamiento¨ de nuestra economía ya estaba en marcha, colocándonos en un nivel de inflación en casi un 12%.
Además, a principios de este año 2022, se inicia un proceso de recuperación sorprendente en el nivel de empleo, exportaciones, manufactura, etc. Estos niveles incrementaron los niveles de demanda creando una presión monetaria considerable sobre las carteras de prestamos para el consumo y la inversión. De repente, las autoridades monetarias se estaban enfrentando a una situación de excesiva liquidez y un aumento en la demanda afectada por una oferta insuficiente, tardía y costosa.
Lo anterior solo podía dar como resultado unos niveles de inflación insostenibles que inciden en los niveles de precio de la canasta básica alimentaria, la energía, la vivienda y la salud.
De ahí que, las autoridades monetarias iniciaran unos tímidos aumentos en la Tasa de Política Monetaria, que hoy ronda casi el 8%.
Este mecanismo macroeconómico se utiliza para ¨enfriar¨ las economías al encarecer las tasas de los prestamos y aumentar las tasas de depósitos y certificados a plazo. SUPUESTAMENTE, estos efectos deberían reducir el consumo e incentivar el ahorro.
Sin embargo, en nuestro caso, hemos podido apreciar que las tasas bancarias se han mantenido en niveles estables, tanto las activas como las pasivas. Además, el influjo de divisas sea por remesas o por inversión privada, ha ido en aumento, incrementando los niveles de la masa monetaria y el circulante a niveles superiores a los del 2019/2020. Esta disponibilidad de dinero, aunque se trate de encarecer a través de los incrementos en la Tasa de política Monetaria, esta omnipresente en el sistema financiero nacional, y HAY que buscarle una salida rápida a través de prestamos o compras de valores rentables. Por esta razón es que la inflación NO cede un palmo.
Cuando los niveles de oferta de bienes y servicios se estabilice y sus costes empiecen a bajar, entonces podremos contemplar niveles de inflación más bajos.
Tal y como he especificado en artículos anteriores, sea monetaria o no, la inflación será siempre la manzana de la discordia en las economías regidas por el mercado de capitales y por gobiernos muy permisivos en el gasto público. Además, en el caso de nuestro país, que funciona como una economía muy abierta, la inflación no monetaria es eminentemente importada, agravando el costo de la canasta básica de los bienes de consumo y de producción. Por otro lado, la inflación monetaria todavía nos está golpeando, ya que ¨el dinero que está en la calle¨ es enorme, producto de las flexibilidades macroeconómicas de los años 2020 y 2021, y de los subsidios que ya rondan en los RD$35,000 millones de pesos.
NOTA: Es bueno que el amigo lector sepa que los subsidios son una variante de emisión monetaria, ya que los mismos jamás se recuperan y se quedan como liquidez inducida, en la economía dominicana.
En otras palabras, en nuestro país se dan los dos tipos de inflación, casi al unísono. Esto afectara considerablemente las posibilidades de opciones para mantener el gasto social y a la vez disminuir el sacrificio fiscal, provocado por las circunstancias actuales, de querer evitar un estallido social. De ahí que hemos vuelto al ¨algoritmo social¨ de PAGAS O PEGAS.