¿Qué podemos aprender de las smart cities y su manejo de la pandemia?

Muchos utilizan el término smart cities o ciudades inteligentes cuando hablan sobre innovación, infraestructura y planificación de ciudades.​

Sin embargo, es probable que al preguntar en tu entorno pocos te sepan explicar con exactitud en qué consisten esas urbes tecnológicamente avanzadas.

Si bien el concepto ha recibido fuertes críticas y cuestionamientos éticos, tildándolo como una amenaza a la protección de los datos personales y a la libertad individual, este contexto de pandemia nos ha dejado varios aprendizajes que podríamos tomar de estas ciudades y su manejo durante la crisis sanitaria, especialmente de cara al anticipado rebrote.

A continuación te explicaremos en qué consisten y algunos ejemplos de cómo han afrontado la pandemia.

Qué es una Smart City

En esencia, una ciudad inteligente es aquella que utiliza las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) como herramientas claves para mejorar sus servicios tradicionales.

Desde la promoción de la electromovilidad, al uso de las energías renovables o el desarrollo de la arquitectura sostenible, una smart city usa la tecnología en la mayoría de sus acciones e iniciativas para impulsar un objetivo común: la sostenibilidad.

De esta manera, buscan optimizar la gestión de los recursos para lograr mejoras en los siguientes ámbitos:​

  • La movilidad y el transporte.
  • La cohesión social.
  • La economía.
  • El medioambiente.
  • El capital humano.

Por medio de la tecnología se obtiene información viva,es decir, información que se produce en tiempo real, acerca del uso y el funcionamiento de los servicios de la ciudad. De este modo, se evidencian las áreas que necesitan intervención prioritaria.

Pongamos un ejemplo práctico: medir la calidad del aire que se respira en la ciudad es uno de los campos de acción que implementan usualmente estas ciudades inteligentes, porque los datos que se desprenden de dicha medición sientan las bases para llevar a cabo un amplio portafolio depolíticas públicas:

  • En medioambiente, promoviendo la siembra de árboles o la creación de parques
  • En transporte, motivando el uso del transporte sostenible y el transporte público
  • En economía, regulando los niveles de emisiones en las industrias
  • En capital humano, creando iniciativas para mitigar las bajas laborales por problemas respiratorios en la fuerza laboral
  • Y en cohesión social, con intervenciones estratégicas en zonas de la ciudad que permitan aumentar el bienestar de los pobladores con una mejor calidad del aire.

Esta información a menudo viene proporcionada por los sensores distribuidos en toda la ciudad, y cada vez más la aportarán las máquinas que interactúan entre ellas, a través del Internet de las Cosas.

Pero también los propios usuarios de los servicios públicos son fuente primaria de información, de manera que los habitantes adquieren una voz importante en la identificación de problemas urbanos, a la vez que pueden apuntar a soluciones más sostenibles para la ciudad.

Algunos ejemplos durante la pandemia

Las condiciones especiales en las que nos encontramos a causa de la pandemia nos han obligado a ser más creativos y optar por la digitalización e innovación tecnológica en nuest​ros trabajos y hogares.

Muchas empresas han tenido que rediseñar su modelo de negocio para poder mantenerse a flote e incluso se ha producido un auge en el concepto de empresas inteligentespor su avanzado manejo de datos.

En el caso de la gestión de los gobiernos locales, también han tenido que afrontar importantes desafíos para atender las nuevas necesidades, sin exponer a las autoridades o personal de atención primaria.

A continuación, algunos ejemplos que han sido implementados y que podrían servirnos como referencia:

  • Dispositivos de inteligencia artificial se colocaron en estaciones de transporte público de las ciudades chinas de Pekín y Shenzhen, para detectar posibles infectados de COVID-19 mediante la toma de temperatura automatizada.
  • Cascos inteligentes. También las autoridades colocaron cascos inteligentes con la capacidad de tomar la temperatura dentro de un rango de 5 metros y garantizar el distanciamiento.
  • Asistencia telefónica por robots. En la ciudad de Shanghái dispusieron “bots» de reconocimiento de voz para contactar a personas de alto riesgo, determinar su estado de salud y dar recomendaciones personalizadas para su cuidado.
  • Alumbrado inteligente. En la ciudad de Valencia, España, se instaló un sistema de alumbrado inteligente que permite detectar en cuáles vías y dentro de cuáles horarios se producen infracciones del toque de queda o hay una excesiva congestión en el número de personas en un lugar. Esta información permite a las autoridades identificar rápidamente dónde y cuándo deben intervenir. También en Ámsterdam, Países Bajos, se ha desarrollado un proyecto de iluminación inteligente del alumbrado público, que ajusta la potencia lumínica según la hora, la situación o necesidad del lugar.​

Las Smart Cities y su vinculación con los ODS

El concepto de Smart Cities está vinculado al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), tanto por su incidencia en la innovación tecnológica e infraestructura sostenible, como por su impacto ineludible en la gobernanza y los derechos humanos.

Además de que se requiere un esfuerzo concentrado en el análisis e interpretación de toda la información recaudada, mediante uso de herramientas de big data y visualización avanzada, para facilitar así la creación de políticas públicas y la adopción de medidas que permitan mejorar los servicios sociales y ambientales en una ciudad.

Así, un principio básico de las ciudades inteligentes es que el uso de estas tecnologías exponenciales comobig data, el internet de las cosas y la inteligencia artificial, debe tener un impacto directo en la gobernanza.

Analicemos el ejemplo de la ciudad de Barcelona, en España. Una vez el gobierno local identificó las paradas más concurridas en sus rutas de autobuses públicos, por medio de un dispositivo que colocaron en las estaciones, lograron determinar en cuáles rutas se necesitaba aumentar la disponibilidad de autobuses y pudieron rediseñar algunos de los trayectos, de manera que más autobuses llegaran a las paradas de mayor demanda.

Otro caso es el de la capital nipona, Tokio, considerada la Smart City por antonomasia. Sus habitantes disfrutan los beneficios de contar con una gestión energética, una urbanización y una movilidad inteligentes, donde la tecnología es clave.

En sus medios de transporte colectivo, como el metro, y también en centros comerciales, los pagos de productos o servicios con el teléfono móvil, mediante la tecnología NFC (Near Field Communication), están ampliamente aceptados entre la población desde hace años.

Precisamente, la pandemia propició en la capital dominicana el inicio de un proyecto similar con la OMSA, permitiendo los pagos sin contacto por NFC de los pasajes en los autobuses públicos de Santo Domingo.

También en Asia, otra ciudad de vanguardia en este campo es Singapur. Allá hay desplegada una inmensa red de sensores que recopilan datos en tiempo real sobre múltiples aspectos de la ciudad. Los sensores están conectados a Internet y toda esa información se tamiza y permite predecir o detectar escenarios de riesgo para la urbe (posibles inundaciones, calidad del aire, atascos de tráfico) y servicios convenientes para la ciudadanía, como información sobre el transporte público o localizar una parqueo libre.

En definitiva, en el ejemplo anterior el gobierno local logró aumentar la eficiencia de los recursos disponibles y hacer una inversión pública adecuada y oportuna, que respondiera eficazmente a las necesidades reales de los residentes en la ciudad.

Esta capacidad de respuesta asertiva con apoyo en las TIC es el principal objetivo de una ciudad inteligente.

La realidad es que las ciudades no paran de crecer, tanto en número de habitantes como en extensión. Naci​ones Unidas calcula que en 2030 más del 60% de los seres humanos vivirán en ciudades. Sin planificación inteligente, aumentarán las zonas vulnerables, la contaminación, las enfermedades, la pobreza y la inseguridad.

Conseguir que en el futuro las ciudades sean sostenibles y vivibles para sus ciudadanos depende de proyectos tecnológicos ‘inteligentes’.