La expansión global de la demanda de trabajo, fruto del dinamismo económico, no solo ha provocado transformaciones en el empleo, sino que esto ha favorecido la inserción de la mujer en el mercado laboral, quienes en épocas relativamente recientes sólo eran relegadas a labores del hogar y compañera de alcoba.
En la actualidad, su demostrada capacidad le ha permitido ir escalando posiciones en todas las actividades de la sociedad. Esto a su vez se traduce en el impacto que las féminas tienen en la economía mundial y las finanzas de miles de hogares en desarrollo.
En el caso de República Dominicana, más del 30% de las mujeres son líderes o cabeza de hogar. Sin embargo, los estereotipos de género en el ámbito de trabajo, para definir las actividades para las cuales las mujeres y hombres tienen capacidad, siguen condicionando los tipos de trabajo.
El boletín “Autonomía económica y empoderamiento de la mujer”, del Observatorio de políticas sociales y desarrollo, 2017, señala que la mujer dominicana continúa sobrerrepresentada en labores de baja calidad y por tanto, mal remunerada.
Es decir, que, pese a que la participación económica de las féminas ha mejorado en las décadas recientes en República Dominicana, aún se reflejan divergencias en cuanto a la fuerza de trabajo entre hombres (más del 78%) y mujeres (solo un poco más del 52%).
Otro de los estereotipos que resuenan con frecuencia en sociedades como esta, es que las mujeres no son buenas con el dinero y que solo saben gastarlo en “cosas” sin importancia.
La firma financiera “Espacio con Valor”, de los directores Paula Vargas y Rafael Ernesto Álvarez, destaca que una de cada tres mujeres casadas en países en desarrollo no tienen control sobre el gasto de los hogares en compras importantes y una de cada 10 no es consultada sobre cómo se deberían utilizar sus propios ingresos.
Por ello, la importancia de romper con esa creencia que no le hace juicio a la mujer de hoy en día. Entre las pautas a seguir, los expertos en finanzas personales recomiendan educarse financieramente para que puedan ser mujeres con buen manejo del dinero.
Segundo, ser un consumidor inteligente. Es decir, guiarse a través de un presupuesto y comprar o adquirir productos o servicios que realmente sean necesarios para usted.
Tercero, promover la educación financiera de sus hijos, pues educar a sus niños en temas de dinero los hará sujetos independientes económicamente y con mayores oportunidades económicas en el futuro, y cuarto, asumir el rol activo y complementario en el manejo del presupuesto familiar.