Cuando el Grupo Consultivo de Ayuda a los Pobres (CGAP) puso en marcha el período de transición a su actual estrategia quinquenal en 2018, incluimos, como primer punto de nuestra teoría del cambio, una declaración de visión para guiar nuestra labor y, en 2020, añadimos un énfasis en las mujeres: “Un mundo donde las personas pobres, especialmente las mujeres, tengan la posibilidad de aprovechar las oportunidades y de aumentar su resiliencia a través de los servicios financieros”. En otras palabras, pasamos explícitamente del paradigma del acceso y la utilización de la inclusión financiera, a un marco que se centra en garantizar que los servicios financieros atiendan las diversas necesidades de las personas pobres.
No es un cambio menor. Centrarse en los resultados, como la posibilidad de aprovechar las oportunidades y aumentar la resiliencia, puede dar lugar a otros enfoques que van más allá de ofrecer cuentas a las personas. Nos exige entender qué necesitan las personas pobres y, luego, encontrar las mejores soluciones —independientemente de que se proporcionen en forma pública o privada, y sean digitales o análogas— para ayudarlas a satisfacer sus necesidades, así como reexaminar esas soluciones en forma constante para determinar si son eficaces. No obstante, “oportunidades” y “resiliencia” son conceptos relativamente abstractos. Con el objeto de orientar mejor nuestra labor, decidimos definir tres áreas en las que consideramos que los nuevos conocimientos acerca de los servicios financieros digitales pueden desempeñar un papel significativo para mejorar las condiciones de vida de las personas pobres: la capacidad de generar ingresos, el acceso a servicios esenciales y la protección del nivel de vida básico (i). Aunque la pandemia de COVID-19 (coronavirus) nos obligó a desviarnos parcialmente (i) de este camino de transición, en 2020 logramos realizar grandes avances para definir el enfoque del CGAP en la primera de estas áreas: la generación de ingresos.
Mientras elaborábamos nuestra actual estrategia, analizamos varias cuestiones, entre ellas la naturaleza cambiante del trabajo, la migración y las numerosas alteraciones que la tecnología estaba causando en nuestras vidas. Una y otra vez, nuestras conversaciones nos llevaban al tema de los medios de subsistencia y las microfinanzas, áreas a las que el CGAP ha dedicado menos atención en el curso de los años. Recuerdo que esto me generaba un cierto malestar. Muchos pensábamos que estábamos regresando a un terreno conocido, en el que ya habíamos trabajado arduamente. Con el tiempo, sin embargo, quedó claro que no solo los servicios financieros habían cambiado de forma drástica en los últimos 30 años, también había cambiado el modo en que las personas se ganan la vida. La globalización, las tendencias demográficas, el cambio climático, la tecnología: todos estos factores están modificando los medios de subsistencia de las personas. Y si hay algo que es fundamental para las necesidades de las personas, es la capacidad de generar ingresos estables.
En este artículo, deseo compartir con ustedes algunas de las conclusiones de nuestra investigación inicial sobre los medios de subsistencia y explicar por qué los servicios financieros aún revisten importancia para ayudar a las personas pobres a crear oportunidades de generar ingresos. También me referiré a los planes que ha trazado el CGAP para centrar sus actividades en esta área importante. Para obtener información más detallada, les recomiendo consultar el informe sobre el panorama (i) de Development Alternatives, Inc. (DAI), que contribuyó a orientar las ideas del CGAP sobre este tema complejo.
La naturaleza cambiante de los medios de subsistencia
En la década de 1990, el Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido dio a conocer su marco de medios de subsistencia sostenibles, en el que se reconoce que el apoyo a los medios de subsistencia entraña un alto grado de complejidad, y se pone de relieve que las opciones y las oportunidades de cada persona dependen de muchas fuerzas y circunstancias: el lugar donde vive, quién es y a qué servicios tiene acceso para mejorar su situación. En esa época, la mayoría de los programas sobre medios de subsistencia se centraban en las zonas rurales, donde eran necesarios. La mitad de los habitantes de los países de ingreso bajo y mediano y una gran mayoría de los hogares de bajos ingresos de todo el mundo se dedicaban a la agricultura como su principal actividad de subsistencia. En consecuencia, el objetivo de dichos programas consistía en aumentar la productividad de las explotaciones agrícolas familiares y proporcionar apoyo a las microempresas para ayudarlas a diversificar sus ingresos y riesgos.
No obstante, el mundo estaba en vísperas de un cambio enorme, que incluyó la liberalización económica, la apertura de las fronteras y el auge de la tecnología. Estos cambios económicos causaron una gran transformación demográfica, pues millones de personas migraron a las ciudades en busca de trabajo. Entre 1990 y 2020, la población de los países de ingreso bajo y mediano (i) aumentó un 50%, y la mayor parte de este crecimiento se concentró en zonas urbanas. En el mismo período, el porcentaje de personas cuya ocupación primordial era la agricultura (i) disminuyó casi 10 puntos porcentuales en África, 20 puntos porcentuales en Asia meridional y 25 puntos porcentuales en Asia oriental. En Asia, esta migración obedeció, en parte, a la atracción que provocaron los nuevos empleos en el sector de manufacturas, principalmente en China, y también en países más pobres, como Bangladesh. En los países de ingreso bajo y mediano de Asia, el sector de manufacturas se duplicó (i), hasta alcanzar poco más del 20% de todo el empleo antes de estabilizarse en la mayoría de los países, y disminuir en varios, durante la última década. En África, los empleos industriales en el sector de manufacturas en gran escala y en pequeña escala no se materializaron, pues solo representaron entre el 10% y el 11% (i) de todos los empleos en la región, y no se registraron cambios desde 1990.
Mientras los medios de subsistencia en la agricultura se reducían y los empleos en el sector de manufacturas se estabilizaban, en el sector de servicios se producía un marcado aumento de los medios de subsistencia. La expansión de las poblaciones urbanas aceleró el crecimiento de un sector de servicios diverso, incluido el comercio y el transporte, así como de los servicios sociales, financieros, sanitarios y de tecnologías de las comunicaciones y la información. En la actualidad, el sector de servicios da empleo al 24% de los habitantes de Asia meridional (i), al 36% de la población de África, y al 46% de los habitantes de Asia oriental, y se aproxima gradualmente al promedio mundial del 51%. Es probable que este sector siga creciendo, lo que reviste particular importancia para los medios de subsistencia de las mujeres. A nivel mundial, el 57% de las mujeres trabaja en el sector de servicios (i), en comparación con el 47% de los hombres. Estadísticamente, la disminución del empleo agrícola en general está muy vinculada al aumento de la participación femenina en la fuerza de trabajo, en particular en empleos en el área de servicios.
El tema de la productividad, y cómo lograr que aumente, está presente en todos los debates sobre el empleo. Los argumentos en favor de aumentar la productividad son sólidos (PDF, en inglés): a nivel macroeconómico, existe una estrecha correlación entre los aumentos de la productividad y el crecimiento de los ingresos y la reducción de la pobreza. Por otra parte, la productividad también reviste importancia a nivel de los hogares. Cuando las personas pueden elegir entre varias opciones de trabajo (i), tienen la posibilidad de buscar oportunidades que optimicen los ingresos del hogar. Tanto a nivel individual como de los hogares, existen sólidas evidencias de que el aumento de la productividad está vinculado a mejoras del bienestar (PDF, en inglés), como lo indica el aumento del consumo, la acumulación de activos productivos y la disminución de la inseguridad económica causada por el desempleo, la enfermedad, la pobreza de los padres solteros y la pobreza de los adultos mayores. Así pues, tanto desde la perspectiva de la microeconomía como de la macroeconomía, la productividad es un importante motor de crecimiento y aumento de la prosperidad.
Sin embargo, el debate sobre la productividad se centra, a menudo, en empresas formales orientadas al crecimiento y en la función que desempeñan en la creación de empleo. En ese marco, no se tiene en cuenta que muchos habitantes de mercados emergentes y la mayoría de los habitantes de los países menos adelantados se ganan la vida en el sector informal. Entre las microempresas y las pequeñas empresas, los aumentos obedecen, a menudo, a la puesta en marcha de nuevas empresas en vez de a la expansión de las existentes. Y esto no sucede exclusivamente en los mercados emergentes. Según la Administración de Pequeñas Empresas de Estados Unidos (PDF, en inglés), casi el 50% de los empleos en el país se registra en el sector de pequeñas y medianas empresas (pymes), que representa el 67% de los nuevos empleos netos creados, de los cuales el 40% se genera por rotación, es decir el cierre y la apertura en forma dinámica de pequeñas empresas. La ampliación del debate de los donantes y los Gobiernos sobre el aumento de la productividad y el empleo a fin de incluir, además de las pymes, a personas y microempresas reflejaría con más precisión las verdaderas oportunidades para crear empleo en los mercados emergentes.
¿Cómo debemos plantear los servicios financieros en un mundo donde los medios de subsistencia están cambiando? Analicemos cada uno de estos sectores —agricultura, manufacturas y servicios— y la forma en que se relacionan con un sector financiero cada vez más digitalizado.
Medios de subsistencia rurales y agrícolas
La agricultura es fundamental para las zonas rurales y para el bienestar de las personas que viven en la pobreza. En los países de ingreso bajo, de cada seis personas, más de cinco viven en zonas rurales. La mayoría trabaja en las cadenas de valor agrícolas, ya sea en la agricultura, el procesamiento, la manufacturación, el transporte, la distribución, las ventas o la preparación. Aunque la agricultura desempeña un papel preponderante en las zonas rurales, las actividades no agrícolas también son importantes.
En muchos hogares de pequeños agricultores, los medios de subsistencia son cada vez más diversos. Combinan los ingresos derivados de su propia producción agrícola con empleos en explotaciones agrícolas y de otro tipo, remesas, microempresas y pagos de protección social. La creciente diversidad de los flujos de ingresos en los hogares rurales (i) tiene tres consecuencias importantes. En primer lugar, algunos hogares dependerán menos de la productividad y los ingresos de su explotación agrícola. En segundo lugar, los hogares tendrán más posibilidades de comparar sus opciones de ingresos: ¿cómo se comparan los ingresos de su propia producción agrícola con los salarios que recibirían por trabajar en una explotación cercana o en las instalaciones de un procesador en la ciudad? La producción agrícola seguirá siendo, probablemente, una fuente importante de ingresos e identidad, incluso cuando se vuelva menos predominante en la composición de los ingresos familiares totales. Por último, los incentivos de los hogares para continuar su producción agrícola podrían disminuir con el correr del tiempo. A medida que surjan oportunidades y una nueva generación se incorpore a la fuerza de trabajo, es posible que prevalezcan otras fuentes de ingresos.
Estos cambios en los medios de subsistencia rurales y agrícolas son consecuencia de varias fuerzas: la globalización de las cadenas de valor, las innovaciones en herramientas y tecnologías digitales, una generación de jóvenes ávida de nuevas oportunidades laborales, y el cambio climático que está generando conflictos y desplazamientos.
“Los servicios y las plataformas digitales ofrecen a muchos productores pequeños nuevas oportunidades para dedicarse a la agricultura”.
Los servicios y las plataformas digitales ofrecen a muchos productores pequeños nuevas oportunidades para dedicarse a la agricultura. Brindan a los usuarios la posibilidad de acceder a semillas de alta calidad, fertilizantes y asesoramiento; financiar las compras y efectuar pagos; encontrar trabajadores; negociar con los compradores, y acumular ahorros. Esta nueva combinación de servicios complementa, y no reemplaza, a las tradicionales cooperativas y asociaciones de ahorro y préstamo de zonas rurales, que también ofrecen oportunidades de ahorro y préstamo, así como mano de obra compartida y conocimientos especializados, compras conjuntas de insumos y ganado, agregación del mercado y acceso a instalaciones conjuntas de almacenamiento.
Estas combinaciones de servicios financieros y no financieros ayudan a los hogares rurales a aprovechar las oportunidades y aumentar su resiliencia de un modo que los servicios financieros, por sí solos, no pueden hacerlo. A través de los enfoques combinados se pueden abordar con más facilidad las dificultades de los hogares rurales, por ejemplo el costo del almacenamiento, la refrigeración y el transporte de los cultivos, e incluso financiar sistemas hogareños de energía solar y pagar los aranceles escolares, que en todos los casos están vinculados a servicios financieros.
Cada vez más, estos servicios se están digitalizando. Las empresas y plataformas digitales que combinan servicios financieros y no financieros, como DigiFarm, Cellulant y Hello Tractor, están incorporando un mayor grado de eficiencia y asequibilidad en las cadenas de valor agrícolas y en los servicios conexos. Esta es una nueva frontera para desarrollar medios de subsistencia rurales y agrícolas resilientes y dinámicos.
Manufacturas
En total, el número de trabajadores en el sector de manufacturas de los países de ingreso bajo y mediano es considerablemente mayor que el de sus contrapartes de la agricultura. No obstante, el desplazamiento hacia empleos en el sector de manufacturas en la mayoría de los países de ingreso bajo y mediano, en particular en los de ingreso bajo, no se produce desde las explotaciones agrícolas hacia las fábricas. Por el contrario, la mayoría de los empleos manufactureros están en las microempresas y las pymes: pequeños talleres que elaboran materiales para la construcción, herramientas y artículos domésticos para uso local. En general, los niveles de empleo, productividad e ingresos en el sector de manufacturas de los países de ingreso bajo y mediano se sitúan hoy en niveles mucho más bajos que los que se registraban en los países industrializados con antelación, como China.
Estas pequeñas fábricas en los países de ingreso bajo y mediano carecen de las economías de escala necesarias para competir con empresas más grandes que han invertido en tecnología y mecanización para ahorrar costos y cuya infraestructura les permite formar parte de las cadenas de suministro mundiales. A diferencia de las pequeñas explotaciones agrícolas, que realmente pueden ser más productivas que las grandes, las pequeñas fábricas enfrentan enormes dificultades para competir con las grandes debido a que sus insumos tienen un costo más alto, carecen de tecnología y tienen dificultades para cumplir los requisitos que les permitirían conectarse con las cadenas de valor nacionales y mundiales. Si bien es posible que las manufacturas ya no sean una vía de crecimiento confiable para muchos mercados emergentes, las pequeñas fábricas brindan la oportunidad de mantener los medios de subsistencia. En el caso de las fábricas más pequeñas, en las que se concentran los empleos manufactureros con menor remuneración, existen otras limitaciones a nivel del mercado, como la falta de electricidad confiable, la infraestructura deficiente y el elevado costo del transporte.
En el sector de manufacturas en pequeña escala, se observan algunas señales de esperanza que no están relacionadas con las innovaciones financieras sino, más bien, con el uso de las tecnologías para acceder a los mercados. Una encuesta de pequeñas fábricas de India permitió establecer que el 93% se informaba acerca de las nuevas tecnologías en Internet. En comparación, el 31% (i) consultaba a las asociaciones y, el 34%, a sus amistades, que solían ser la única fuente de información hace tan solo una década. Durante la pandemia, algunas de estas fábricas descargaron la normativa para equipos de protección personal, encontraron las especificaciones para mascarillas y se volcaron a su producción para satisfacer la demanda y mantener a sus empleados.
“Algunas plataformas utilizadas por pequeñas fábricas para conectarse con compradores se han beneficiado con las innovaciones financieras, en particular con el crédito y los pagos digitales”.
Nuestra propia investigación sobre el uso de las redes sociales para el comercio electrónico informal (i) indica que brindan a los productores locales, en particular a las mujeres, un medio para darse a conocer ante los consumidores locales. Algunas plataformas utilizadas por pequeñas fábricas para conectarse con compradores se han beneficiado con las innovaciones financieras, en particular con el crédito y los pagos digitales. Las plataformas de comercio electrónico que utilizan pagos digitales, como Etsy, Amazon Handmade y Flipkart’s Samarth, conectan a los artesanos con los compradores de los tipos de productos que predominan en el sector de manufacturas de los países de ingreso bajo y mediano, entre ellos artesanías, vestimenta, joyas, obras de arte y artículos para el hogar. Cada vez más, también están ofreciendo crédito a proveedores reconocidos que venden productos a través de sus plataformas.
Si bien está aumentando la integración de servicios financieros en las plataformas donde se congregan pequeñas fábricas para vender sus productos, y los prestamistas pueden evaluar el riesgo crediticio sobre la base de las ventas, aún quedan brechas importantes. La necesidad de financiamiento reviste especial gravedad en el caso de las manufacturas que implican un uso más intensivo de capital. Lamentablemente, hay poca evidencia de que los servicios financieros estén solucionando este problema. A menudo, las pequeñas fábricas necesitan una amplia gama de equipos especializados y materiales, lo que plantea dificultades para elaborar soluciones de financiamiento que puedan ampliarse o repetirse.
En el marco de la innovación financiera hay un punto positivo para las empresas manufactureras con uso intensivo de capital. En América Latina y algunos países de Asia, la combinación de facturas electrónicas y regulaciones adecuadas está dando lugar al factoraje a través de plataformas. Este financiamiento a corto plazo basado en facturas y órdenes de compras proporciona capital de trabajo en forma más rápida, barata y confiable a las pymes del sector manufacturero mientras esperan los pagos que les adeudan las empresas más grandes y los Gobiernos clientes. Se necesitan más soluciones similares para abordar las graves limitaciones que enfrentan las pequeñas fábricas para financiar los equipos, los materiales, la electricidad y el transporte.
Servicios
Si bien, tradicionalmente, los niveles de productividad e ingresos del sector de servicios son inferiores a los del sector de manufacturas, los servicios se están convirtiendo en la alternativa más viable al trabajo en las explotaciones agrícolas en muchos mercados emergentes. Y también es posible que el sector esté alcanzando a las manufacturas en términos de productividad. En Asia, la evidencia recabada en países grandes, como Malasia e India (PDF, en inglés), indica que la tecnología y la innovación en el sector de servicios están impulsando aumentos de la productividad y los ingresos de los trabajadores del sector, mayores que los correspondientes a sus contrapartes de las manufacturas. En un estudio realizado en cuatro países africanos (i), que abarcó a trabajadores de bajos ingresos, se estableció que los trabajadores del sector de servicios efectivamente recibían un ingreso por hora de trabajo mayor que el que percibían los trabajadores del sector de manufacturas. Además, trabajaban de forma más sistemática todo el año y más horas, en promedio, a la semana, por lo cual los empleos en servicios son más atractivos que los de cualquier otro sector. Aunque el panorama de la productividad económica general aún no está totalmente claro, a nivel de los hogares el trabajo en el sector de servicios representa, cada vez más, una mejor alternativa (y, para muchos, la única opción) que quedarse en la explotación agrícola.
De igual modo que en las manufacturas, el aumento de los empleos en el sector de servicios se registra, principalmente, en microempresas y pequeñas empresas del sector informal. Un examen de los datos sobre las microempresas y pymes a nivel de cada país es revelador. En promedio, el 70% o más de las microempresas y pymes se dedica a prestar servicios y, de ellas, una gran mayoría al comercio minorista: el 75% en Filipinas (PDF, en inglés), el 69% en India (i) y el 70% en Kenya (i). En esos mismos países, más del 90% son microempresas con 10 o menos empleados, y se considera que la mayoría es “informal”.
“Los nuevos modelos financieros digitales pueden servir para reducir la brecha de financiamiento de las microempresas y las pymes, pero aún no se ha comprobado su alcance y su capacidad de permanencia”.
Durante décadas, los prestadores de servicios financieros han intentado proporcionar soluciones de mercado en gran escala para microempresas minoristas, ofreciendo productos para facilitar el flujo de efectivo, financiar inventarios y, en un proceso ideal, asegurarse mejores precios al por mayor a través de compras masivas. Pero solo están abordando superficialmente la demanda. Si bien las microfinanzas se han convertido en una industria mundial de US$ 124.000 millones, la Corporación Financiera Internacional (IFC) calcula que la brecha de financiamiento para microempresas y pymes asciende a unos US$ 5 billones en los mercados emergentes (i). Las instituciones de microfinanzas han demostrado tener capacidad para mantenerse financieramente, pero muy pocas han alcanzado una escala significativa. Los nuevos modelos financieros digitales pueden servir para reducir la brecha de financiamiento de las microempresas y las pymes, pero aún no se ha comprobado su alcance y su capacidad de permanencia. Y aún es necesario un gran intercambio de conocimientos entre las microfinanzas tradicionales y los nuevos modelos digitales.
Por otra parte, es importante seguir dedicando atención al financiamiento de inventarios. Los estudios indican que las microempresas minoristas están situadas en un lugar fijo, tienen poco espacio y aceptan los precios fijados en los mercados competitivos, motivos por los cuales es fundamental reducir el costo de inventario para aumentar los ingresos. Un estudio realizado en Kenya (PDF, en inglés) permitió establecer que el mantenimiento de inventarios representaba entre el 40% y el 60% de los costos de las microempresas.
No obstante, el financiamiento podría ser más eficaz si se combinara con otros servicios y tecnologías para ayudar a las microempresas y las pymes a gestionar sus proveedores, inventarios, espacio minorista y clientes, lo que, en última instancia, redundaría en un aumento de la productividad. Existen algunos indicios prometedores en el sentido de que, en conjunto, la tecnología y los servicios financieros pueden abordar estos desafíos de manera holística. A través de un número creciente de servicios, se establece un nexo entre el reemplazo y el financiamiento de inventarios y los datos sobre las ventas. En Indonesia, por ejemplo, AwanTunai (i) ayuda a las tiendas a registrar sus inventarios y hacer un seguimiento de las transacciones y, luego, utiliza estos datos para conectarlas con proveedores, y con los bancos para obtener financiamiento. Adquirentes comerciales como Kopo-Kopo (i) en Kenya y Yoco (i) en Sudáfrica cuentan con modelos de crédito que ofrecen financiamiento sobre la base de las ventas, a los comerciantes que aceptan pagos digitales. Asimismo, las grandes plataformas de comercio electrónico están proporcionando más servicios de gestión de clientes en los que se integra la comercialización con los pedidos, los pagos y los servicios de logística para ayudar a los pequeños comerciantes minoristas a expandirse al mercado digital y fomentar la lealtad de sus clientes.
La nueva agenda del CGAP en el área de los medios de subsistencia
A medida que el CGAP analizaba los resultados de los programas sobre medios de subsistencia implementados a lo largo de varias décadas, decidimos que era necesario enunciar una clara definición del significado de los medios de subsistencia en el contexto moderno. Finalmente, optamos por definirlos como “los ingresos que una persona o familia obtiene a cambio de su trabajo, inversiones y servicios, o como resultado de beneficios sociales y familiares”. En esta definición se tiene en cuenta el modo complejo en que las personas obtienen ingresos en el sector informal en un mundo que está cambiando y se está digitalizando rápidamente. Además, nos permitirá analizar la interacción compleja entre la generación de ingresos y la resiliencia a nivel de los hogares.
Sobre la base de la investigación inicial del panorama que llevamos a cabo, decidimos centrar nuestra labor en tres esferas principales:
- Medios de subsistencia rurales y agrícolas. Dado que la mayoría de las personas pobres vive en zonas rurales (i) y el 40% de la población mundial tiene un medio de subsistencia vinculado a la agricultura en pequeña escala, los medios de subsistencia rurales y agrícolas seguirán siendo fundamentales para la inclusión económica y financiera y para la labor del CGAP. En este multitudinario punto de intersección entre el sistema alimentario y el sistema financiero, el CGAP dedica especial atención a las mujeres, que generalmente están más marginadas, son pobres y están excluidas desde el punto de vista digital. La labor del CGAP se centra en el papel que pueden desempeñar los servicios financieros para ayudar a las mujeres a aumentar la rentabilidad de su trabajo, que incluye la mano de obra que contratan, ahorrar través de la mecanización, y proporcionar trabajo remunerado y no remunerado. En ese marco, además, se pone el acento en el modo en que los servicios financieros pueden mejorar el acceso de las mujeres a los mercados, tanto a nivel local como a través de plataformas digitales. En 2020, la pandemia mundial y las plagas de langostas nos recordaron que aumentar la resiliencia es tan importante como aprovechar las oportunidades. Mediante una amplia gama de herramientas de gestión de riesgos y redes de protección social, los hogares rurales pueden situarse en una posición mejor para invertir en actividades más productivas y para proteger los logros conseguidos con mucho esfuerzo. En las soluciones pertinentes también se deberán abordar las normas sociales prevalecientes, combinar los servicios para atender las necesidades de un conjunto más amplio de clientes a un costo menor, y aprovechar las herramientas y los datos digitales de formas más inclusivas.
- Microempresas y pequeñas empresas. A nivel mundial, las microempresas y las pequeñas empresas crean la mayoría de los empleos disponibles para las personas de bajos ingresos. Estamos analizando oportunidades para mejorar la prestación de servicios financieros para microempresas y pequeñas empresas de modo de mejorar los medios de subsistencia de sus propietarios y empleados. Junto con partes involucradas del sector financiero, como las instituciones de microfinanzas, estamos estudiando las vías eficaces para la digitalización con una nueva perspectiva. Además, estamos examinando cómo las empresas de tecnofinanzas pueden alterar el modo en que las microempresas y las pequeñas empresas tienen acceso a los servicios financieros. Todas estas actividades se asientan en nuestros esfuerzos para entender mejor a las propias microempresas y pequeñas empresas, así como sus necesidades y objetivos fundamentales, y el modo en que los servicios financieros las pueden ayudar a alcanzarlos.
- Plataformas. No hay otro sitio donde el cambio dinámico en las modalidades de trabajo de las personas pobres sea más evidente que en el mundo pequeño, si bien en rápido crecimiento, del trabajo a través de plataformas. Dado que las plataformas albergan mercados que permiten a las personas que tienen algo para ofrecer (bienes físicos, cultivos, servicios) conectarse con las personas que desean esos productos, millones de trabajadores de plataformas las han aprovechado para tener acceso a clientes y para recibir pagos por los bienes vendidos y los servicios prestados. Si bien el trabajo a través de plataformas brinda nuevos paradigmas para generar ingresos en los tres sectores, la gran mayoría se dedica a la venta de activos físicos o la prestación de diversos servicios, como logística, ride hailing (aplicaciones que conectan a pasajeros con conductores locales que usan sus vehículos personales) o servicios personales y para el hogar. No obstante, la crisis provocada por la COVID-19 ha puesto de relieve la creciente vulnerabilidad (i) de la mayoría de los trabajadores de plataformas. Se están planteando numerosas reclamaciones para que las plataformas proporcionen empleos dignos, así como una remuneración justa y beneficios básicos. El CGAP llevará a cabo un examen de las diversas formas en que los servicios financieros pueden ayudar a los trabajadores de plataformas a aprovechar las oportunidades y mitigar algunos riesgos. La posibilidad de transferir los beneficios de una plataforma a otra brindaría a los trabajadores un cierto nivel de estabilidad y protección social.
Para concluir, reconocemos que un medio de subsistencia no supone únicamente ser un agricultor, un trabajador o un empresario productivo, también implica tener una vida fructífera. La mejora de los medios de subsistencia conlleva la posibilidad de optar entre diversas alternativas de empleo. Para aprovechar las oportunidades y aumentar la resiliencia se requieren servicios financieros que, además de estar vinculados con un medio de subsistencia concreto, se puedan usar para ayudar a las personas a adquirir las habilidades que necesitan para prosperar y adaptarse, y para acumular los activos que precisarán para gestionar las transiciones y ser resilientes ante las dificultades. Esto nos remite a la importancia de contar con opciones financieras flexibles, asequibles y transferibles, y a la necesidad de entender cómo los servicios financieros están posibilitando estas transiciones en la vida y en el trabajo. Dado que las personas suelen cambiar a menudo sus actividades y el lugar donde las realizan, debemos seguir promoviendo servicios financieros minoristas que esas personas puedan seguir utilizando dondequiera que se encuentren.
A medida que el CGAP profundice sus estudios sobre el modo en que las innovaciones en los servicios financieros se relacionan con la naturaleza cambiante de los medios de subsistencia, podremos ampliar los conocimientos sobre las oportunidades que ofrece este nuevo paradigma y también sobre algunos de los riesgos, en particular los relativos a la integración de las finanzas en otros servicios. Lejos de considerar que es un retroceso a la década de 1990, estamos entusiasmados porque la economía y las finanzas digitales abren posibilidades para brindar a los hogares de bajos ingresos nuevas oportunidades de generar ingresos en el siglo XXI.