WASHINGTON, 7 de julio de 2021 – Durante la pandemia, Geraldine Bradshaw, directora de escuela en Durham, North Carolina, trabajó como voluntaria para un ensayo clínico que evaluaba una de las vacunas contra el COVID-19. Dice que sus estudiantes la motivaron a hacerlo y, a su vez, quiso motivar a los afroamericanos, como ella. “Me dio la posibilidad de ayudar a allanar el camino para que estos niños tengan un futuro mejor”, dice Bradshaw, “y mostrarles lo importante que es que personas como ellos contribuyan con el progreso de la ciencia”.
Ahora, Bradshaw puede ver cómo su participación dio frutos, dado que la mitad de los adultos se ha vacunado por completo.
“La ciencia es parte de la solución para poner fin a esta pandemia”, dice Gary H. Gibbons, M.D., director del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre, que forma parte de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés).
Y a lo largo del camino, en cada paso hacia el descubrimiento científico, la seguridad está primero. La seguridad es una guía constante en el camino científico hacia las vacunas y los tratamientos. La seguridad marca la dirección para los líderes científicos, como Gibbons, que evalúan y financian la investigación. La seguridad y la ciencia, informa también el reclutamiento de voluntarios – como Bradshaw- quienes colaboran con los investigadores y participan en los ensayos clínicos, delimitan la supervisión rigurosa y continua de los estudios, determinan la aprobación reglamentaria, encaminan las iniciativas de participación en las comunidades y guían a los médicos, enfermeras y enfermeros que trasladan estos descubrimientos a los pacientes.
Sin embargo, los mitos y la información engañosa han generado dudas, confusión y desconfianza. Esto ha dado lugar a esfuerzos para que muchas comunidades, en especial las más afectadas por el COVID-19, hablen sobre por qué deben confiar en la ciencia detrás de las nuevas vacunas y tratamientos.
“Informar a la gente de mi comunidad sobre la seguridad y la eficacia de estas vacunas, y cómo funcionan, es mi pasión”, dice Ian Moore, Ph.D., uno de los jefes de patologías infecciosas del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, también parte de los NIH, quien supervisa la seguridad en las primeras fases de investigación de las vacunas en el laboratorio.
Moore no está solo. “Puedo decir con plena certeza que esta vacuna es segura y eficaz”, dice Lisa A. Cooper, M.D., M.P.H., profesora de medicina y salud pública de la Universidad Johns Hopkins, quien evaluó y supervisó el ensayo clínico de la vacuna de Moderna contra el COVID-19, la cual probó ser segura y tener un 94% de eficacia para prevenir el desarrollo de una enfermedad grave. “Mi función me permite disipar cualquier preocupación que planteen familiares y amigos, y asegurarme de que sigan confiando en la ciencia”.
Y para muchos otros que velan por la seguridad e integridad del proceso de investigación, es un tema personal.
“Parte de mi función como médica en enfermedades infecciosas es desarrollar determinados protocolos clínicos”, dice Katya Corado, M.D., investigadora del Instituto Lundquist. “Puedo proporcionar información segura a nuestras comunidades que han sido devastadas por el COVID. Ya no quiero ver a mis padres, mis abuelos o mis primos morir a causa del COVID”.
Nuestros esfuerzos de alcance a la comunidad han ayudado. De acuerdo con una encuesta realizada por el Pew Research Center en febrero, aproximadamente el 70 % de todos los adultos y el 61 % de los adultos afroamericanos tiene previsto vacunarse, en comparación con el 60 % de todos los adultos y el 42 % de los adultos negros encuestados en noviembre.
Y según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, de los más de 123 millones de adultos que fueron vacunados por completo en mayo, aproximadamente 1949, menos del .001 %, presentó un caso grave de COVID-19.
Como mensajero de confianza de su comunidad, Olveen Carrasquillo, M.D., M.P.H., jefe de medicina interna general de la Universidad de Miami, difunde este tipo de noticias a través de iniciativas de alcance a la comunidad. “Como médico de la comunidad latina, con más de 20 años de experiencia, es muy importante para mí que nuestras comunidades tan afectadas reciban la atención y la educación que necesitan y merecen”, manifiesta. “Para asegurar que mi comunidad sobreviva al COVID-19, debo instruir a los pacientes, familiares y amigos sobre la ciencia relacionada con el COVID-19 y el desarrollo de las vacunas”.
Y Chyke Doubeni, M.D., médico de familia de la Mayo Clinic y participante en el ensayo de la vacuna, expresa: “Ahora les digo a todos, con certeza, que vacunarse es seguro. Lo sé porque yo he estado involucrado.”
Para más información acerca de la ciencia y los recursos relacionados con el COVID-19 en su comunidad, visite https://covid19community.nih.gov/espanol.