Roma – El conocimiento, las innovaciones y las capacidades de resiliencia de los pueblos indígenas y afrodescendientes son esenciales para la transformación hacia un mundo más sostenible y respetuoso con el clima, y deben incluirse en los procesos de formulación de políticas, acordaron los participantes del seminario de alto nivel convocada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los gobiernos de Costa Rica, España y el Vaticano.
Los pueblos indígenas, afrodescendientes y migrantes hacen grandes aportes para transformaciones positivas; sin embargo, por lo general han sido dejados de lado en el diseño de las estrategias globales para mitigar y adaptarse al cambio climático, dijo el Director General de la FAO, QU Dongyu, en sus comentarios de apertura.
“No debemos dejar atrás a quienes saben tanto sobre biodiversidad, diversidad alimentaria y diversidad cultural”, agregó.
El seminario de expertos de alto nivel brindó un espacio de diálogo donde representantes de gobiernos, pueblos indígenas, afrodescendientes, organizaciones de migrantes, agencias de la ONU y organizaciones internacionales se sentaron juntos para identificar soluciones para enfrentar los efectos del cambio climático en grupos de población específicos.
“La forma en que tratamos el medio ambiente refleja la manera en que nos tratamos a nosotros mismos”, dijo el cardenal Peter Turkson, prefecto del Dicasterio del Vaticano para la Promoción del Desarrollo Humano Integral, quien creció en la zona rural de Ghana. Pidió una nueva “cultura del cuidado” que impregne a toda la sociedad e implique cambios en los patrones de crecimiento, producción y consumo. “Es hora de aprovechar nuevas oportunidades”.
El seminario creó conciencia sobre lo que se necesita para garantizar el bienestar de aquellos grupos de población y para promover la protección de sus derechos, al tiempo que reconoce sus contribuciones para preservar la biodiversidad- una respuesta clave a los desafíos del cambio climático. Un ejemplo sorprendente de esto, informado en un nuevo e importante estudio de la FAO, es que los bosques comunitarios en América Latina, donde los pueblos indígenas tienen una tenencia colectiva y segura de la tierra, están sujetos a tasas de deforestación cuatro veces más lentas que las de las áreas protegidas estatales en países vecinos.
El seminario exploró cómo los impactos del cambio climático están aumentando situaciones de vulnerabilidad para estos grupos. Se llevó a cabo para hacer eco e intensificar las reflexiones contenidas en la encíclica que el Papa Francisco emitió hace seis años, Laudato Si, que instó a toda la humanidad a prestar atención a las formas en que los pueblos indígenas y otros pueblos locales cuidan “nuestra casa común”.
Las palabras de apertura del seminario también estuvieron a cargo de Epsy Campbell Barr, Primera Vicepresidenta de Costa Rica y primera mujer afrodescendiente en ostentar ese título, y Teresa Ribera Rodríguez, Vicepresidenta cuarta del Gobierno de España.
Anne Nuorgam, presidenta del Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas (UNPFII), pronunció el discurso central: “Los pueblos indígenas no somos vulnerables, estamos siendo colocados en situaciones de vulnerabilidad”, dijo. “Somos agentes de cambio. No necesitamos que otros hablen en nuestro nombre “.
Algunos hechos clave
Los pueblos indígenas y afrodescendientes ocupan una vasta extensión de territorios caracterizados por una abundante riqueza natural. Hay más de 476 millones de personas de pueblos indígenas que viven en más de 90 países y hablan cerca de 4 000 de los 6 700 idiomas que quedan en el mundo.
Sus territorios abarcan sólo el 25 por ciento de la superficie del planeta pero -gracias a sus cosmogonías, creencias, gobernanza, gestión territorial y la circularidad, solidaridad y reciprocidad de sus sistemas socioeconómicos, y su conocimiento y sistemas alimentarios únicos- contienen el 80 por ciento de la biodiversidad restante.
La tala ilegal, la minería y las actividades extractivas han generado un aumento de la violencia y el asesinato de líderes de pueblos indígenas y afrodescendientes.
Los impactos del cambio climático están erosionando su resiliencia y obligándolos a migrar y reubicarse tanto a nivel nacional como internacional. Más del 50 por ciento de los miembros de los pueblos indígenas de América Latina viven ahora en áreas urbanas.
Aprender escuchando
Myrna Cunningham, Presidenta del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC), enfatizó la importancia de la participación plena de todos -ancianos y jóvenes, mujeres y hombres- en las discusiones de temas claves, enumerando cinco en particular: tenencia de la tierra, gobernanza territorial; pagos por servicios ambientales; silvicultura comunitaria; y conocimientos tradicionales y sistemas alimentarios.
Richard Moreno Rodríguez, Coordinador del Consejo Nacional Afrocolombiano por la Paz, destacó la notable intensidad mutua de la relación entre un pueblo y su territorio para las comunidades étnicas de su país. “Lo sentimos, sufrimos y lo vivimos”, dijo.
Alexis Neuberg, presidente de la Plataforma de Desarrollo de la Diáspora África-Europa (ADEPT, por sus siglas en inglés), destacó, al hablar de los migrantes, la “marginación de las personas que de hecho son un activo”, incluidos aquellos que se ven obligados a abandonar sus países de origen debido al cambio climático o los conflictos.
Otros participantes en el seminario fueron Beatriz Argimón, Vicepresidenta de Uruguay; Pearnel Patroe Charles Jr., Ministro de Vivienda, Renovación Urbana, Medio Ambiente y Cambio Climático de Jamaica; Kluane Adamek, Jefe Regional de Yukon para la Asamblea de las Primeras Naciones de Canadá; Bruno Oberle, Director General de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN); Lisa Famolare, Vicepresidenta de Naturaleza para el Clima para las Américas de Conservation International; Máximo Torero, economista jefe de la FAO; El Subdirector General de la FAO, René Castro-Salazar; y Yon Fernández-de-Larrinoa, Jefe de la Unidad de Pueblos Indígenas de la FAO.
“Un tema que fue dejado en claro por los pueblos indígenas y afrodescendientes es que sus comunidades son las primeras en enfrentar las consecuencias del cambio climático debido a su dependencia directa y estrecha relación con la tierra y los recursos naturales”, dijo Torero. “Es esencial construir asociaciones beneficiosas con ellos, incluido el reconocimiento de sus derechos de tenencia colectiva, para crear estrategias colectivas para mitigar el cambio climático y contribuir a la biodiversidad”.
El informe de la FAO y la FILAC, Los pueblos indígenas y tribales y la gobernanza de los bosques ofrece una gran cantidad de datos que indican el alto potencial de este enfoque. Los territorios de los pueblos indígenas cubren el 28 por ciento de la cuenca del Amazonas, pero generan solo el 2,6 por ciento de las emisiones brutas de carbono de dicha región. Asegurar la tenencia de las tierras indígenas puede ser hasta 42 veces más barato como una forma de reducir las emisiones de dióxido de carbono que hacerlo mediante la captura y almacenamiento de carbono fósil de las centrales eléctricas de carbón y gas (más datos y cifras aquí).
“Es fundamental combinar el conocimiento tradicional de los pueblos indígenas, la innovación y la tecnología y establecer un diálogo de conocimiento que se adapte a ambos y beneficie a la humanidad”, dijo Torero. Se deben utilizar nuevas tecnologías y plataformas para difundir sus conocimientos tradicionales, lo que también reconocería la contribución de los jóvenes de esas comunidades, agregó.
Qué está haciendo la FAO
La FAO lanzó un Centro mundial sobre Sistemas Alimentarios Indígenas que, en el marco de la Cumbre de los Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas, redactó el documento White/Wiphala sobre sistemas alimentarios de los pueblos indígenas, que será uno de los documentos que informarán la Cumbre.
En 2019, la FAO también estableció el Grupo informal de Roma de Amigos de los Pueblos Indígenas, presidido por Canadá.
El Director General Qu también destacó el ambicioso Programa de sistemas de patrimonio agrícola de importancia mundial (SIPAM) de la FAO. “Estos sistemas ancestrales constituyen la base de las innovaciones y tecnologías agrícolas contemporáneas y futuras”, dijo.